Fronteras cerradas..¿y lo demás?

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Ciudad cerrada, Covid-19 controlada, podrían pensar algunos. Pero las estadísticas no admiten ni esa escaramuza de salvación.

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Los 78 casos registrados al cierre de la jornada del 8 de marzo ya no son un aviso. Es una alarma real, latiente, que se deja escuchar, pero para que dé una vez y por todas, a las causas se le ponga un traspié que no admita a la pandemia levantar cabeza.

Nunca antes, en la historia espirituana de la Covid, la provincia había subido tana alto en casos positivos y cuando llueven las interrogantes a especialistas, conocedores, los términos para las respuestas giran en un mismo círculo: indisciplina, movilidad persistente en cada lugar del territorio y las preocupantes deudas, a estas alturas, en el aislamiento efectivo de todos los positivos y sus contactos.

Y a ello debemos agregar protocolos lacerados. Que va también con la disciplina, la conciencia y la percepción de riesgos de todos. Desde quienes desandan sin motivos razonables las calles, de esas mismas personas que se multiplican diariamente en las colas del mismo mercado, hasta de quienes dan paso a decisiones y determinaciones que no son precisamente las más salvadoras.

Hay que hilar fino. Muy fino.

Es válido cerrar las fronteras para controlar la circulación de personas desde y hacia provincias vecinas y de manera especial desde otros municipios al espirituano y de este hacia otros del territorio.

Pero mejor, si aseguramos al personal de salud designado a los puntos fronterizos las condiciones imprescindibles para que el control que le corresponde sea efectivo.

Los puntos fronterizos no pueden ser sitio de la misma pesquisa que estudiantes y profesores de la Universidad de Ciencias Médicas realizan en nuestras calles, en nuestros barrios.

Allí sí vale aquello de termómetro en mano, protección segura; permiso de circulación actualizado, viaje tranquilo.

Ese escenario que marca la frontera es punto de control y chequeo riguroso en todos los órdenes y a la entrega de los oficiales de la policía, inspectores del Ministerio de Transporte y el personal de la salud que allí desafían soles, ventiscas, incomprensiones, hay que hacerles más viables el trabajo.

Porque precisamente, es un filtro imprescindible.

Si cerramos bien las fronteras con todo lo que lleva también hay que ponerle freno a las sempiternas causas que marcan hoy la crítica situación de la provincia, especialmente el municipio cabecera, con el tema Covid-19.

Los centros de aislamiento no dan para más y ya suman unas 300 las viviendas que como alternativa funcionan como tal.

El incremento de estas no sería para nada saludable, porque significaría que la Covid-19 persiste en llevar su presencia hasta donde la indisciplina, con todos sus matices, lo permita. Y es cuestión de conciencia y actuar humano, por sobre todas las cosas.

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